Monday, May 30, 2005

Jazz mestizo

El programa de Sinestesia de ayer estaba dedicado al jazz en sus imbricaciones con otros territorios sonoros, en busca de las raíces de sus mismos orígenes. Porque este mestizaje, que no es nuevo, se desarrolló a velocidad de vértigo a partir de las últimas décadas, y fueron los músicos del jazz free los que fueron más allá en este descubrimiento de nuevas vías. Don Cherry, por ejemplo, ese excelente trompetista, con sus "voces del silencio", y luego con Nana Vasconcelos a la percusión y Colin Walcott al sitar y la tabla (Codona). O Markus Stockhausen, hijo de Karlheinz, al que escuché una vez tocando piezas de su padre, junto al contrabajista Gary Peacok, Zoro Babel a la percusión y Fabrizio Ottaviucci al piano, en Cosi lontano... Quasi dentro, sonidos que se van entrelazando, primero la trompeta, luego el contrabajo, y finalmente el dibujo del piano y la percusión. Pero tal vez toda esta pequeña revolución empezó con Miles Davis, que dijo en 1987:

Si no pudiera descubrir o enriquecer el arte, encontrar nuevos enfoques, me sentiría culpable de estar vivo. Preferiría la muerte a la ausencia de creación. No tendría ninguna razón para vivir si no pudiera componer, digamos, una composición que me satisfaciese. No que le guste a alguien, sino que me satisfaga, que le guste a mis amigos. Que me digan : "Sííí, Miles, qué bueno". Sin eso, no querría vivir. Sé que es egoísta. ¡Pero los genios son egoístas!


O Kenny Wheeler, un trompetista que puede visitar todos los estilos, incluso puede dirigirse al barroco, y que hace averiguaciones sobre el poder del espacio.

Es verdad que Ana Zugasti se ha recorrido casi exclusivamente el catálogo más pretigioso de ECM, y qué bien, porque me encanta este sello alemán, que recopila lo mejor del jazz de vanguardia y de la música contemporánea: lo mejor de la popular y de la culta; músicas del mundo, desde su nacimiento, músicas con filigranas, músicas como la más perfecta manifestación del silencio.

Saturday, May 28, 2005

Aforismos

La cultura en España: un bar en cada esquina.
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En los fines de semana, la metralla sonora, el Baile de los Lolailos, la morralla esparcida por el asfalto, obscenamente. Uno podría señalar a éste o aquélla, pero es inútil: es un conglomerado, una Cosa ubicua, como el antiguo Dios.
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Al subir la calle, me fijo en un escaparate de una tienda de fotos y revelados. Han colocado fotos de una dependienta en cada marco, acompañada por sus amigotas, dos putorras como ella. Una de las amigas es la típica andaluza color morcilla y con el traje de gitana de la última romería. En una foto está acompañada del macho de turno, todo lleno de tatuajes, con pinta de mafioso. Nada más vomitivo que esta exhibición barata de egos pueblerinos. Nada más pornográfico que este glamour pijo-fashion.
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Principio motor: en todos los elementos se desenvuelve. Por tierra, mar y aire, el motor avanza con fuerza, nada se le resiste. Ahora que llega el verano, las aguas del Mediterráneo cada vez más podrido soportan como pueden la pedorreta de los fanáticos motorizados.
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En una camiseta, el lema: Gasolina para las motos.
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En los escasos momentos de pequeña felicidad alcohólica, uno se dice: "no me mataré todavía, hay cosas buenas en la vida, esa próxima cita con la alemana, ese viaje a Madrid". Pero luego sólo encuentras espuma, la subida cerca de la medianoche, y la pesadez de estómago, y la resaca del día siguiente, y uno se despierta pensando: "¿por qué un día más de luz?"

Wednesday, May 25, 2005

Cabaret

La vida era un cabaret en la Europa de entreguerras, cuando se avecinaba lo peor pero todavía no era el tiempo del apocalipsis, y menos que menos, lo iba a transmitir la televisión. Había unos lugares en donde se podían hacer espectáculos en donde se aunaba música, teatro, alcohol y supongo que otras drogas. En Zurich, años antes, hubo un Cabaret Voltaire. El 28 de agosto de 1928 se estrenó Die Drei Groschenoper, una obra de Kurt Weill con textos de Brecht basados en la lejana ópera de Gay The Beggar's Opera, "la ópera del mendigo". Los mismos artistas y músicos que la estrenaron intervienen en la grabación histórica del 17 de diciembre de 1930, que ahora puedo escuchar (no todos los días se pueden oír estos documentos, además éste conservado en bastante buen estado). Lotte Lenja, mujer del compositor, se presenta en los papeles de Polly y de Jenny, con su pequeña voz, pero emotiva. Erika Helmke también se encarga de Polly, Willy Trenk-Trebisch de Macheath y Erich Ponto de Peachum. ¿Quién no ha escuchado algún número de esta obra corrosiva, en donde lo que importa no es la calidad de las voces sino la expresividad, la teatralidad, digamos? ¡Ah!, me olvidaba de Kurt Gerron en el papel de narrador, en la obertura y primer corte del disco: su voz me ha hecho pensar en otro chansonnier, este de nuestros días, H K Gruber, al que escuché con su voz cascada en Granada, hace ya años, en una obra propia también muy cabaretera, Frankenstein!!!



En la cara B se recogen algunas canciones de la versión francesa de la película dirigida por G. W. Pabst en 1930, en grabación del 27-11-1930: Chanson des canons; Chant d' amour; Tangoballade y Ballade de la vie agréable, con Albert Préjean como Macky, Jacques Henley como Brown, el jefe de policía, y Margo Lion como Jenny. No obstante, noto que esta grabación no es tan buena como la anterior, se nota más el ruido de fondo. De la ópera Mahagonny se recogen dos números, el segundo de ellos el delicioso Alabama Song, que canta Lotte Lenja también junto a los "Tres Almirantes". Y el disco se termina con Die Ballade vom Seemann Kuttel-Daddeldu (también grabación de ese año), con Kurt Gerron de nuevo y la orquesta, la Lewis-Ruth-Band-Jazzorchester dirigida por Theo Mackeben.

Un día antes, y para seguir con esta onda de las mujeres cantantes de otro tiempo, escucho a Marlene Dietrich im Café de Paris, con temas archiconocidos como La vie en rose o Lili Marleen, que la hicieron mundialmente famosa en su segunda etapa vital como cantante tras abandonar la escena cinematográfica. Tampoco su voz es grandiosa, su gravedad posee un tono de chulería, pero también de tristeza, ella encarna no sólo a la femme fatale, como la que interpretó en el famoso filme El ángel azul (del cual hay dos temas aquí), sino la mujer fácil y juerguista, como se nota en canciones ligeras como The boys in the backroom o The laziest gal in town de Cole Porter. Canciones en donde el cinismo y el humo de los cigarrillos se eleva por encima de todas las cabezas, y en donde el público no para de jalear, como parte del espectáculo. Ni amor ni nada, sólo esta tarde perezosa de verano, o casi, todas las penas confundidas, el amor saltó en pedazos, fumando espero la navaja automática de tu voz... ¡Ah, no, pero eso es de otra canción!

Tuesday, May 24, 2005

Buenos Aires mi amor

El domingo pasado, en el Rastro, en un puesto de ingleses (pero que yo pensaba que serían alemanes, a juzgar por los discos que traían), conseguí algunos vinilos excelentes, yo creo que de lo mejorcito que he pillado en todo el tiempo que llevo yendo. Porque no sólo traían música clásica, y toda de autores modernos (siglo XX casi todos), sino de cantautores, pero de los buenos, de la chanson tanto francesa como griega de los buenos años que ya se fueron..., y también cosas interesantísimas de Lou Reed, Leonard Cohen, etc. Tendría que haberles comprado todo, jeje, pero claro, eso era demasiado dinero... La pena es que no vengan la semana que viene, como ya pasó con otro tío que traía excelentes grabaciones de música clásica. Sea como sea, lo que me pillé es tan bueno..., y los discos están impecables, por lo que el sonido es brillante, poderoso.



Uno de ellos es el de Milva cantando temas de Astor Piazzolla, en una grabación en directo desde el teatro "Bouffes du Nord", el 29 de septiembre de 1984 (producción alemana de Metronome Musik). Además de esta maravillosa cantante, estaban el Quinteto de Tango Contemporáneo, con el inconfundible músico argentino al bandoneón. Qué voz la de Milva, qué fuerza, qué gradaciones dinámicas, desde el susurro a la explosión de sentimiento, como requieren estas canciones inspiradas. Balada para un loco te pone los pelos de punta, y hace pensar, por el clima de surrealismo tanto en la letra como en la música, a ese tango-operita que también tengo, María de Buenos Aires, también con Horacio Ferrer en la escritura. Este autor también está presente, junto con Angela Tarenzi, en otros dos temas, Moriré en Buenos Aires y Preludio para el año 3001 (Rinascero), ambos cantados en italiano. La versatilidad de Milva, su voz de mezzo cabaretera, hacen que no sean sólo canciones, sino puro teatro, y eso el público lo sabía, y por eso aplaude a rabiar, y me gusta escuchar estos aplausos. Y qué decir del tema que abre la cara B, Adiós Nina, también con la colaboración de Ferrer..., es pura dramatización de lo que se dice, de lo que pudo pasar. También canta en francés, y muy bien, en Années de solitude, J' Oublie, Che Tango Che (un divertimento casi fonético escrito por Jean-Claude Carrière, ¿les suena?) y el Finale, "Entre Brecht et Brel" (otro bonito juego de palabras; también había algún disco de Brassens, y no sé si del genial y expresivo belga).

En otra vida, mi lugar estaba cerca de Buenos Aires, esa ciudad que sólo he visitado una vez, pero es como si hubiera estado siempre, pues era lo más parecido a la felicidad. Todos los días que allí estuve, con mi mujer de otra vida, iba a conciertos, en el Centro Cultural de La Recoleta, o en La Trastienda, o en el Teatro San Martín... Buenos Aires sí que era una fiesta, entre crisis y crisis. Escuchaba a Piazzolla y otros músicos de allá, y me encantaba ese acento porteño, esa fuerza ausente en la tibia y adocenada España. A finales de los años noventa allí sonaban los éxitos pop y rock de los años ochenta acá, bendito atraso. Calle Corrientes, avenida Nueve de Julio, el Rosedal, La Boca, Puerto Madero en construcción, Palermo, la ya mencionada Recoleta y sus árboles de troncos gigantes, y el cementerio de la Gente Importante, Suipacha para ver una de Peter Greenaway en su versión original (en un centro cultural inglés), las casas coloreadas y elegantes de San Telmo, y tantos otros rincones llenos de encanto, y tanto color, y ese tren del metro de hacía un siglo, y el Barrio Freud, y las librerías abiertas toda la noche, libros, cine, exposiciones, pizzas con mozzarella insuperable, asados, y sobre todo, la bendita música, electroacústica, del siglo XX y también la música del futuro, en aquella trastienda de mi alma, a la que ya no puedo acceder apenas, pero en la que esta voz consigue abrir una rendija, una cicatriz en el cielo herrumbroso.

Tuesday, May 17, 2005

Un "monstruo"

Masterworks Portrait: Edgar Varèse (CBS), grabación de 1959, el vinilo es de 1960, con miembros de la Columbia Symphony Orchestra dirigidos por Robert Craft (del cual están saliendo grabaciones de obras de Stravinsky para Naxos, celebradas por la crítica mundial). El disco suena de maravilla, ya que hubo un proceso posterior de transferts de las cintas originales mediante "New Doby A" (1983). En cada cara hay tres obras del franco-americano: Ionisation, de 1929-31 es una obra revolucionaria pues fue la primera para percusión estrictamente, en concreto aparecen 36 instrumentos, muchos de ellos exóticos aún para la época, que deben ser tocados por 13 percusionistas. Con dos sirenas incluidas, recuerdo que una vez pude escucharla en directo en una sala de Málaga, y que el capullo de Jose no fue al final, con lo que le gustaba Varèse. Luego viene Density 21.5, para flauta sola (1936), que fue escrita pensando en la flauta de platino de Georges Barrère. Intégrales data de 1923-25 y es para pequeña orquesta de vientos y percusión. Ya en la cara B encontramos Octandre (1923), para instrumentos de viento y contrabajo, que pude escuchar en directo en un soberbio concierto en Granada que dirigió George Benjamin, el cual la temporada que viene tiene Carta Blanca en la programación de la ONE. Hyperprism es de 1922-23, también para instrumentos de viento y percusión, y tiene ya el aire airado de las obras explosivas que empiezan justo entonces. Por último, Poème électronique, para cinta magnética, que fue compuesta para el Pabellón Philips de la Exposición Universal de Bruselas de 1958, concebido a su vez por Le Corbusier y realizado con la colaboración del músico-arquitecto Iannis Xenakis. Aunque a nuestros oídos actuales suena algo pasada, hay unas voces hacia el final que nos traen un cierto misterio. Desde luego, el salón de una casa, o una pequeña habitación, no son los espacios ideales para su escucha.



Varèse vivió entre 1883 y 1965, pero lo esencial de su obra, breve pero muy intensa, fue compuesta entre 1923 y 1933. Desde su juventud le atormentó una intuición, la transmutación del ruido en sonido, o bien la anexión del ruido al dominio del sonido, anexión que "la ha realizado en el nombre de una especie de romanticismo de nuestra época y con una exigencia de pensamiento totalmente clásico" (contraportada del disco). Del paso de los trenes en su infancia, a la sirena de los bomberos de Nueva York. Del viejo romanticismo decadente a una nueva concepción del sonido, a los desiertos de la mente, a las Américas de una música que estaba por decir nuevos vértigos. A veces tengo la impresión de estar escuchando una obra mayor, ensamblando las piezas de corta duración de este disco, hasta lograr una extraña sinfonía en donde los vientos y la percusión erigen un edificio sonoro nunca escuchado antes. Y que, como se ha dicho tantas veces, la obra de Varèse no tiene precedentes ni sucesores..., y ahora, escuchando esta grabación del olvidado y ahora rescatado Craft, uno se da cuenta de cuánto nos queda por descubrir..., y que, aunque cansado y harto de pornografía visual, sonora y de toda clase, todavía hay huecos por donde entra la luz bestial.

Un genio



Estoy leyendo la biografía de Peter Gay sobre Mozart, muy amena y que se alimenta de una rica bibliografía comentada al final. Yo tenía una obra muy completa sobre Mozart, con comentarios sobre su vida y sobre todo de su obra, que era analizada en detalle, pero ahora esos dos volúmenes ya no los tengo, se quedaron en el mundo de mi anterior vida.

Escuchar los conciertos para piano que compuso a lo largo de su vida, ya sea en manos de Friedrich Gulda o en las de Murray Perahia con la English Chamber Orchestra, es todo un placer.

Al final, resulta que esas anécdotas que aparecían en la película Amadeus no son del todo infundadas, sobre todo en lo que respecta a los chistes groseros y escatológicos de Mozart.

P.D. Me interesó mucho anoche la noticia sobre el misterioso pianista.

Wednesday, May 11, 2005

Dividido

John es el hombre medio norteamericano, que trabaja en una compañía junto a un socio, que está casado con Elsa, una mujercita que ahora está enferma. Loving es su alma enferma, muerta en realidad, cuyo rostro es una máscara cuyas facciones reproducen exactamente las del semblante de John, la máscara yacente de un John que hubiera muerto con una sonrisa desdeñosa sobre los labios. Ese burlón desdén se repite en la expresión de los ojos, que miran fríamente desde detrás de la máscara (presentación del acto I). Eugene O'Neill desdobla a este personaje para dramatizar mediante esta técnica una crisis terrible, que sólo tendrá salvación en la postrera resolución. John tuvo una crisis de fe en su juventud, cuando sus padres enfermaron y murieron, y el Dios de Amor se convirtió en el Dios de Odio del Antiguo Testamento. Desde entonces decidió abrazar la filosofía de Nietzsche y las corrientes anarquistas, que es un trasunto de la propia educación del dramaturgo. Por el camino, algo se perdió, y es lo que nos han venido relatando los discursos filosóficos de la Modernidad. La aparición de un tío suyo, Baird, sacerdote, servirá para enfrentar a John con esa parte de sí que está fuera y no cesa de lanzar bravatas y frases sarcásticas como ésta:

¡Una vieja superstición, nacida del miedo! Más allá de la muerte no hay nada. Eso, por lo menos, es seguro..., una certeza que debiéramos agradecer. Nuestra vida es bastante tediosa. No nos condenes a otra. ¡Déjanos descansar en paz, por fin!
(Días sin fin, en Teatro Escogido, Aguilar, 1970, p. 1226).

El debate metafísico que tiene lugar en los actos 2 y 3 es dramatizado mediante la trama de una novela que John está escribiendo, y que en realidad es una autobiografía apenas encubierta. La manera en que lo cuenta, con Loving apostillando de vez en cuando, es la parte más intensa de esta obra espléndida sobre la actualización del mito de Fausto. No hay que olvidar ese momento no menos real cuando Elsa recibe a Lucy y ambas hablan de sus miserables vidas vestidas de falsas apariencias. Loving es la perfecta encarnación del nihilismo moderno, que sólo busca el regazo de la muerte, abandonarse en la Nada. John tiene que luchar contra esa tendencia destructiva, que acarreará también el desastre para Elsa, aquí la representación del amor, que vence a todos los malos presagios. Ese acto cuarto es un poco falso, la verdad, con la reconciliación en la iglesia del final, la cruz de madera y las dos simbólicas, una viva, la otra muerta, la paz por fin reencontrada, y el final de la novela del lado de Baird, no de las fuerzas dionisíacas. Seguro que los críticos modernistas del New York Times criticaron precisamente esta vuelta de tuerca religiosa en unos tiempos (1933-4) en que la religión entraba en profunda crisis, para no ser resuelta de esa manera. Sea como sea, escuchar a Loving es todo un placer.



La otra noche vi en TV el filme Mary Reilly de Stephen Frears, con una soberbia Julia Roberts en un papel inusual y un camaleónico (y nunca mejor dicho) John Malkovich, en el papel del doctor Jeckyll y Mr. Hyde. Lo curioso de la cinta es que la historia ya por todos conocida se cuenta desde el punto de vista de esta sirvienta, que será testigo de las andanzas nocturnas de su señor, y del proceso horrible de desvelación final. La fotografía nebulosa de Philippe Rousselot crea ese clima crepuscular de un Londres victoriano, la famosa niebla por doquier. Los desmanes del Otro Yo son insinuados más que mostrados, y el papel que interpreta Glenn Close hacen pensar en Cruella de Ville, jeje... Salvo esa escena gore del final, la película es bastante "recatada" en el sentido de que prefiere que imaginemos lo que sucede en esos pasillos horribles y en esa perturbada mente científica. La obra de Stevenson fue pionera en indagar en la parte oscura del alma, que luego Freud bautizó como inconsciente, y en donde el sexo y lo real tienen sus dominios de intensidad. No sólo de sangre vive el hombre, ese depredador. El hecho de que Jeckyll se interese tanto por el pasado lamentable de Mary prueba la tesis de Freud sobre la importancia de la infancia. En definitiva, una buena película, a la que yo hubiera quitado esa machacona banda sonora de George Fenton.

En mi sueño: la violencia como pornografía. Entré al "cine" a ver una sesión doble, porno, y me encontré con la sala llena, una sala más bien de cine de verano, el suelo medio inclinado, y muchos niños, ¡muchos! Luego, según mi posición, veo que los padres son cómplices de esa entrada masiva. Delante de mí se pone un motero de pie, le digo que no me deja ver. Miro hacia atrás y veo que una chica lleva cuatro o cinco cuchillos en el cinto. La película va de un terrorista, hasta se ve cómo prepara en directo uno de sus atentados..., algo gotea, amasa ese material explosivo..., y luego cierra el coche, y estalla, y sale huyendo, y corre, corre..., una voz en off, y luego el sueño se corta. La violencia está por todas partes, y yo podría ser protagonista de la película. No hay desnudos, porque el sexo es inocente. Lo que es obsceno es esa sala llena de niños, y cómo la juventud asimila la violencia sin aparentes problemas. Y la permisividad de los padres.

Monday, May 09, 2005

Jazz porque sí

Keith Jarrett ha cumplido 60 años, y con este excelente motivo Radio Clásica le ha dedicado dos especiales, uno en el programa de "Cifu" (que no escucho)y el segundo ayer tarde, en el de Pérez de Arteaga. Empezó la cosa con el delicioso Andante de la Sonata para viola da gamba y clave, BWV 1027 de Bach, que suena hacia el final de esa película no menos maravillosa que es Antes de amanecer (está sonando en un sótano, alguien que no vemos bien toca el clave, y los protagonistas se ponen a bailar en la calle, cuando ya asoman las primeras luces). Luego pudimos escuchar otra muestra de Bach, la polonesa de la Suite Francesa nº 6. A los fanáticos del jazz les parecerá raro este doble juego de un músico superdotado, pero hay que recordar que la formación de Jarrett fue enteramente clásica, hasta que en su adolescencia le picó el gusanillo del jazz, y ya no pudo parar: formó un trío inicial con Paul Motian (batería) y Charlie Haden (contrabajo), luego se inventó la fórmula (o el género, si somos un poco aventurados) del concierto pianístico en solitario, que a muchos les parecerá una muestra de ombliguismo y a otros improvisación de calidad, y que dio su más preciado fruto con el Concierto de Colonia. Luego ya en los noventa se reunió con dos músicos para otro trío, con Gary Peacock al contrabajo y Jack DeJohnette a la batería, con los que ha practicado standards por todo el mundo. La primera parte del programa se completó con una muestra del concierto a solo, The Tokyo Concert del 14 de noviembre de 1976. Una hora, si es que no más, saltando de una melodía a otra, de un pulso rítmico a otro... Desde luego, no es como el concierto ya citado, pero es muy audible... La segunda parte estuvo compuesta íntegramente por la segunda parte de la obra pianística mayor de Shostakóvich, los Preludios y Fugas, op. 87 (es decir, los nº 13 a 24), que el compositor soviético escribiera pensando en Tatiana Nikolayeva, la que mejor ha tocado este summum del piano del siglo XX. Como sólo he escuchado piezas sueltas, y no el ciclo completo, y no conozco la grabación de la pianista rusa, no puedo decir si Jarrett está aquí más o menos inspirado..., es una obra muy larga, y hubiera preferido más de su vertiente jazzística..., pero claro, como me perdí el programa de jazz...



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Estuve en el Rastro, como todos los domingos, pero antes me paré en una plaza porque vi a Thomas, un conocido, que estaba ya tomándose una litrona, "para la rescaca", dijo. Así que le hice compañía un rato, aunque es un tipo solitario, que prefiere estar leyendo algo en vez de con gente vociferante. Nos tomamos casi todo el litro (y eso que yo acababa de desayunar) y luego seguí bajando. No pude quedarme más tiempo en casa (no eran ni las diez de la mañana), porque los fascistas deportivos ya estaban dando caña en el pabellón. Así que bajé un poco cabreado, como los últimos domingos, ya que estos fascistas ("antes era una lechuga, ahora soy deportista") se han adueñado de un espacio y de paso del sueño y el descanso de mucha gente.

Los deportistas son los pequeños héroes de la pequeña gente.

Por la ribera del río seco vi una escena muy nerjeña: un tipo en moto tirando de una soga atada a la bici de su hijo pequeño. He visto de vez en cuando, también en la bendita Nerja, a tipos descerebrados paseando al perro con la moto en marcha, atado el perro con una correa y corriendo a toda leche, pero lo del padre con el niño ya es la hostia. Ese mismo tipo, el día de Reyes, le había comprado al niño, no sé si el mismo, una moto de juguete pero con motor de verdad. Desde luego, quien recibe una educación de este tipo, se convierte pronto en un fascista motorizado.

Nerja es un pueblo emputecido. Su modelo es Marbella, pero le falta mucho para llegar a esos niveles de mafiocracia. Todo se andará...

Bueno, el rastro estaba medio muerto, porque entre el calor que ya apretaba y que está pendiente de cambio de sitio, la gente está desorientada. Lo único bueno fue que hablé un rato con un tipo alemán, Bruno me dijo que se llama, que es músico de jazz (toca el saxo y no sé qué más), tocaba mucho en Alemania, y menos aquí, es más difícil, no hay buenos locales, en Ronda me habló de que tocó un tiempo..., no sé si vive allí. En fin, me recomendó algunos músicos y conjuntos de calidad: Lennie Tristano, George Russell, Ornette Coleman Quartet..., y hablamos de gente que conocemos los dos: Frank Zappa (le gusta más Civilization Phaze III, es que le hablé de su afición por la contemporánea), demasiado terrorista en un país que aborrece a la gente a la que llama izquierdista, como si fuera un insulto; el Art Ensemble of Chicago y su artífice Lester Bowie; de John Zorn (demasiado collage a veces, aunque le gusta Masada) y también de la Vienna Art Orchestra. Estuve hojeando las carpetas vacías, los discos los tenía dentro del coche..., y me dijo que Ezz-thetics de Russell es uno de esos discos que uno se llevaría a una isla desierta. De Cecil Taylor tenía Silent Tongues, piano a solo desde Montreux-live. 8 € cada disco, al menos estos dos. Le dije que volvería, me pareció un poco caro, aunque sean discos de coleccionista. Me gustó hablar con él, con alguien que sabe lo que vende. Bruno tenía un aspecto realmente diferente, no sólo por su forma de vestir (gafas verdes creo que de plástico, jeje), sino por sus ideas claras: rechazo de la esclavitud de muchos músicos a los contratos, que no les dejan trabajar a sus anchas; tampoco le gustan las jam-sessions, porque al final se vuelve todo un poco caótico (¡ay, la mentalidad alemana analítica, pero el jazz que me gusta es muy cerebral!). A lo mejor no lo vuelvo a ver, pero sólo por eso, la visita mereció la pena.


Cecil Taylor

Thursday, May 05, 2005

Encantamiento

Temporada de Euroradio 2004-2005. Conciertos a la carta.

Transmisión directa desde Victoria Hall. Ginebra. (Ana Vega Toscano).

WEBER: Obertura y Marcha de Turandot. ADAMS: Las danzas del presidente. WEN: Traces IV (Estreno). BARTOK: El mandarín maravilloso, Op. 19 SZ 73. Y. Guo (suo-na), Orq. Suisse Romande. Dir.: D. Russell Davies.
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Pues este era el programa que el pasado lunes se nos ofrecía desde la ciudad suiza, un programa poco usual centrado en China, desde esa obertura y marcha de Weber, para abrir los oídos, hasta esa segunda parte, más breve pero no menos intensa que la primera, con una de las obras maestras del genial Bartók. Uno nunca se cansa de escuchar esa suite del ballet sobre unos personajes estrafalarios que se dedican al negocio negro de todas las noches, que hacen lo que les parece, hasta que topan con el "chino", que parece inmortal hasta que es tocado hábilmente por un corazón podrido. La música se retuerce, vibra la ciudad en los primeros compases a un ritmo vertiginoso, también hay lagunas sucias que luchan por ser espejo de una nueva sociedad, que a su vez lucha con tradiciones e impulsos tan antiguos como el sueño... En el medio, en esa primera parte osada, llena de fuerza, unas danzas de John Adams pertenecientes a su ópera Nixon en China, que ya había escuchado antes, y que son realmente fascinantes, en su cambio constante, en su pulso arrebatador. Luego, un concierto para este intrumento oriundo de aquel país, entre la trompeta y el oboe: cierto, posee una sonoridad un tanto nasal, que puede hartarte, pero es cuestión de irse acostumbrando. El solista, de lo mejorcito que hay. Música que se mueve dentro de los cánones de aquella tradición milenaria, y que a nuestros oídos suena fascinante. Realmente, el solista tuvo que dar un bis, porque el público lo reclamaba con ganas.
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Música para dos pianos, grabación de 1970 en MfP, con John Ogdon y Brenda Lucas, en obras de Mozart, Brahms y Lutoslawski: de estos dos últimos, piezas construidas a modo de variaciones sobre un tema, el primero sobre Haydn, su op. 56 b, y el segundo sobre el famoso tema de Paganini. Cuando el músico polaco tocaba el piano en cafés para sobrevivir, no había conocido las Venecias mentales y la música era un cielo de rosas, de rosa morado, con el baile de las moscas de mayo en los claros del parque, por un sendero: no es para caminar.

Emma Kirby, que estás en las alturas, pelirroja, ángel austero de música de iglesia: Mozart, Exsultate, jubilate, Regina coelis (dos versiones), Ergo interest... Es ya una grabación digital (numérica, se decía) de 1984, con ella y los miembros de la Academy of Ancient Music dirigida por Christopher Hogwood, más dos coros, uno de ellos juvenil, en dos de las obras. Pertenece al sello L'Oiseau-Lyre, dentro de su serie historicista, con instrumentos originales, Florilegium. Ángel necesario, la voz se eleva, y de esta forma la primavera es siempre un estado súbito y duradero. En un cuadernillo interior aparecen otras portadas de otros discos protagonizados por ella. Su foto, en plenitud. Tan joven, tan ajena unos tiempos vulgares...