Friday, February 15, 2008

Desublimación represiva

La sexualidad puede ser “sublimada”. Precisamente la creación de valores supone ligar el eros con otros fines; así la energía del deseo se dirige a objetivos que vienen a suplantar a la satisfacción sexual con otro tipo de recompensas. Lacan dice que la sublimación consiste en elevar algo a la “dignidad de la cosa”. La cosa es lo absoluto, es la gloria de la fusión con la madre. La experiencia uterina de satisfacción total. La sublimación hace posible el surgimiento de lo que Lacan llama los “pequeños objetos a”. Es decir, los objetos-causas del deseo. Esos señuelos que guían nuestro afán, nuestro ser en el mundo. Entonces la sublimación nos aparta de la sexualidad y abre el espacio a la cultura. Finalmente, la sublimación es el proceso a través del que un individuo o sociedad, recanalizando las energías del eros, se construye un firmamento de valores. La sublimación implica, pues, reemplazar una satisfacción más “impulsiva” por otra más “elevada”. Pero la sublimación puede desvanecerse. Se plantea entonces el tema de la desublimación. Los valores se caen. Se regresa entonces a satisfacciones más “elementales”. Zizek plantea la “desublimación represiva” como algo característico a nuestros tiempos. Se trata, por ejemplo, de la manera en que el sexo ha regresado a partir de la liberación de los años 60. Desublimación por cuanto ese regreso implica una experiencia más sensorial, más próxima a la pulsión; que reemplaza, además, las idealizaciones que ya no se sostienen. Y represiva por cuanto ese regreso ha dejado de ser una experiencia abierta y desenfadada. Es una (falsa) expectativa de gloria fomentada por la sociedad de consumo. Una actividad que atrae más de lo que satisface. La sublimación represiva tiene en la proliferación de la pornografía su expresión más inequívoca.
(Leer el artículo entero de Gonzalo Portocarrero).

Labels: