Wednesday, June 29, 2005

Energía V

Los conciertos para piano de Liszt, en la versión casi insuperable de Sviatoslav Richter y la London Symphony Orchestra dirigida por Kyril Kondrashin. Un disco del sello Philips, Mono, grabado en película magnética de 35 mm., que produce un sonido de gran refinamiento, ¡suena de miedo! Tengo que bajar el volumen hasta 3, normalmente lo tengo en 4 o 5, pero en este disco, dada su calidad (realmente, alta fidelidad en su esplendor), eso es muchísimo...

Los conciertos tienen muchos elementos en común pero también aparecen marcadas diferencias. Ambos se desarrollan en un solo movimiento continuo con numerosos cambios de tempo. Ambos trabajan con un principio de "transformación temática" que Liszt capitaneó y del cual Wagner derivó, como algunas autoridades creen, la forma del motivo conductor que se encuentra en el Anillo, Tristán, etc. En cuanto al temperamento, sin embargo, son divergentes: el escrito en mi bemol mayor tiende al tono dramático, al énfasis narrativo de sus poemas sinfónicos, mientras que el nº 2, en la menor, vuelve la mirada a las ensoñaciones de Chopin y esa era totalmente romántica. Escuchar seguidos estos dos conciertos es una magnífica experiencia, tanto en lo artístico como en lo técnico. Disco fabricado en Estados Unidos (Chicago, Illinois).
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Waves
, en el disco Always let me go del trío Jarrett-Peacock-DeJohnette, abriendo el segundo CD: ¿hay música más rizomática, en donde unos músicos dan mayor de sí, en donde una ola es todo el mundo?
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¿Algo más patético que el sexo entre adolescentes?
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Los olores de la gente en verano: tan insoportables los que dejan el halo de sudor, como la gente que se extiende una película de coco, aceites, jabones para disimular el olor original del bicho humano...

Wednesday, June 22, 2005

Al borde del río de la muerte

Un hombre, cuando ya es menos que eso, cuando ya siente las campanas que doblan por alguien que pudo ser él, en otro tiempo, en otro lugar...

Ayer, en el Día Europeo de la Música, al final del día, escucho a unos jóvenes músicos que tocan obras de Shosta: el segundo movimiento del Quinteto con piano, op. 57; el Trío, op. 8, obra de juventud, por el Trío Berrueca. Y esta tarde, una de sus obras crepusculares: la Sonata para violín y piano, op. 134, en versión de Shlomo Mintz y Viktoria Postnikova (Erato/ Elatus, grab. de 1992). Ahí dominan ya los movimientos lentos: un andante de 11', luego un breve allegretto de 7', para acabar con un largo de 16'. Ese final, como subrayando la despedida. La enfermedad, y luego la debilidad mayor, según Pavese. El sufrimiento no sirve para nada. Pascual dice que el suicidio es un acto de cobardía, y será cierto. Sé que si quisiera morir, tendría que ser sin sentir dolor. Shotakovich y sus obras del final: hacia el silencio, hacia los gestos rasantes, los contrastes casi cómicos, la vuelta a un congelamiento y la desaparición que cantan las cuerdas más lúgubres..., esa viola del op. 147, ¡qué obra de desolación! (como en sus últimos cuartetos de cuerda, sobre todo el último). Adagio: es la mano fría que roza mi frente, es el suspiro que me despierta en sueños.

Tuesday, June 21, 2005

Energía IV

Un bluff: The Orchestral Tubular Bells, con The Royal Philharmonic Orchestra y Mike Oldfield a la guitarra (se lo escucha sólo en los minutos finales) y David Bedford (el autor de semejante plasto) a la dirección. Fue grabado en 1974 y salió un año después en Virgin, el sello que creó por entonces Richard Branson, hoy una estrella mediática que viaja en globo por todo el mundo... Si la música original al menos sirvió para ambientar la película El exorcista, en esta no hay ni para una burda cinta de fantasía heroica.

Algo grande: la grabación del Concierto para cello de Elgar por Jacqueline du Pré y la Philadelphia Orchestra, con Daniel Barenboim a la dirección, de tomas en vivo del 27 y 28 de noviembre de 1970. En ese concierto, en esos pentagramas, está todo el dolor y toda la dulzura de esta mujer excepcional, que nos dejó demasiado pronto: menos mal que registros como éste nos traen su espíritu. Y me acuerdo de una película basada en una novela de Graham Greene, El final del romance, en donde de forma fantasmal se me aparece esta música, aunque creo que en verdad lo que sonaba era la Sonata para cello de Kodaly, otra joya del repertorio para este instrumento.

En la cara B del disco( RCA, 1976) aparecen las Variaciones Enigma, tal vez la obra más conocida del autor, con su tema y catorce variaciones que son pequeños retratos de gente amiga. Está su mujer Alice (1) y él mismo (14, una pieza deslumbrante). Algunas son muy delicadas, como la 6, en do menor, dedicada a Isabel Fitton (Ysobel), violista; o la nº 9, Nimrod (Adagio). En este caso, es Barenboim el que conduce a la London Philharmonic Orchestra.



Entonces, yo tenía tres o cuatro años y vivía en la inocencia, aunque ya uno fuera con sus pequeñas crueldades, ahora olvidadas, como dice Pavese en una entrada de su atormentado diario.

Este calor es horrible. Faltan nueve semanas para escapar al Norte.

Friday, June 17, 2005

Energía III

Ahora le toca el turno a uno de los mejores contrabajistas que han existido, Charles Mingus. Me entero por una reseña en el periódico que hay una Mingus Big Band, que estuvo tocando en la sala Juan Evangelista de Madrid... El LP que escucho es con el quinteto formado por el mencionado, George Barrow al saxo tenor, Max Waldron al piano, Eddie Bert al trombón y Willie Jones a la batería, con la participación de Max Roach, también un monstruo de la percusión, en dos de los temas: el apasionante Drums (compuesto por Mingus y él mismo) y en la balada I'll Remember April, que ocupa buena parte de la cara B. Los otros temas que aparecen son A Foggy Day, original de Gershwin, un ejemplo de cómo Mingus cogía una melodía que ha sido machacada y era capaz de darle nuevos significados, reunirla de nuevas maneras. Lo inesperado es siempre una de las características de su quehacer. Ahí tenemos dos composiciones propias, Haitian Fight Song y Love Chant, ideales para ser escuchadas una tras otra; asociadas a otras piezas suyas, parecen formar parte de una obra más amplia. Ladybird cierra la cara A. La grabación se hizo de una sesión en directo en el Cafe Bohemia de Nueva York, pero aquí el público no se nota tanto como en el disco de Bill Evans. Es un disco del sello America Records distribuido en Francia... Aunque en la carpeta no dice el año, en otra parte me entero que se grabó el 23 de diciembre de 1955.



Sopla un poco de viento, y abajo siguen ensayando, alguna percusión, flauta, etc. Hace mucho calor. Son los días más largos del año. Estoy pensando que sería muy buena idea irse este verano unos días a San Sebastián, cuando sea la Quincena Musical Donostiarra (para el Festival de Jazz no puedo).

Thursday, June 16, 2005

Energía II

Escucho un disco de Bill Evans, Montreux II, grabado en el festival suizo el 19 de junio de 1970, es decir, hace casi 35 años. Ahí estaba el famoso pianista, junto a Eddie Gomez al contrabajo y Marty Morrell a la percusión, haciendo un repaso a temas ya conocidos en la carrera de Evans: tras la presentación, vienen las piezas Very Early, Alfie, 34 Skidoo, y en la cara B: How My Heart Sings, Israel (¡qué solo de percusión!), I Hear A Rhapsody (estupendo solo de contrabajo) y Peri's Scope, en donde todos se lucen, realmente es un tema de gran virtuosismo. El público presente se deja escuchar también, con sus aplausos, sus gritos, sus palmas, la grabación recoge este ambiente de unas dos mil personas en el Casino.



En otro LP manufacturado en USA, pero de grabación rusa, cuyo año exacto desconozco, aparecen dos conciertos para violín estupendos, el primero de Bartók y el único que escribió Paul Hindemith. De solista, David Oistrakh, inigualable, que grabó el del alemán junto a la LSO bajo la dirección del compositor siendo hoy día una referencia. El del húngaro está solo en dos movimientos, un andante sostenuto de gran delicadeza y lirismo, y un allegro giocoso más frívolo y todavía no del todo su estilo. No hay que olvidar que es esta una obra de juventud, digamos, que escribió inspirado en Stefi Geyer, una violinista de la que estaba enamorado. El concierto de Hindemith, dividido en tres partes, está dentro de la tradición, pero se encuentran en él detalles energéticos que hablan de una voz del siglo XX, es del año 1939 y se estrenó ya en Estados Unidos. Hindemith fue muy desafortunado: primero fue rechazado por los nazis, que lo acusaban de moverse hacia la izquierda, y luego fue ninguneado por la vanguardia de los años 60, por mantenerse dentro de la estructura formal y el estilo de la música tradicional, con coqueteos con cierto barroco y una tonalidad que se tenía por moribunda. Se me olvidaba: está la Orq. Sinf. de la URSS dirigida por Gennadi Roshdestvensky. Desde luego, una grabación excelente, llena de fuerza, que nos lleva a la mejor música del pasado siglo.

Y mientras escribo todo esto, en algún sitio no muy lejos, en una escuela de música, ensayan con el clarinete, escalas y más escalas, repeticiones, es la ¿música? de Philip Glass que tanto le gusta al profesor que da clase. La música que puede torturarnos de tal forma, que... ¿qué hacemos con eso?

Wednesday, June 15, 2005

Energía

En arte, como en música, no se trata de reproducir o de inventar formas, sino de captar fuerzas.
(Gilles Deleuze).

Encuentro esta cita dentro de la reseña que hace Francisco Ramos de un CD dedicado a Brian Ferneyhough, en el número de este mes de la revista Scherzo. Y pienso en cuán acertada es esa sentencia del rizomático pensador francés, que sabía bastante de música, contra la opinión de Trías en cierta reseña de un libro de música que encuentra flojo. Porque no todo es vanguardia y línea de marcha desesperada hacia delante de la composición germana. También está Bartok, por ejemplo, con sus conciertos para piano, que escucho en la versión de Peter Serkin y la Orq. Sinf. de Boston dirigida por Seiji Ozawa (RCA, Red Seal, 1969). En el nº 1 encontramos al Bartok más vitalista y extrovertido, con un allegro moderato de gran actividad polirrítmica, un andante que funciona sin la cuerda (en la onda ya de su Sonata para dos pianos y percusión, una obra maestra) y un allegro molto final. En el nº 3 estamos ya de lleno en su última etapa, más tranquila e introvertida, de vuelta a las armonías más clásicas. Se divide también en tres movimientos: allegretto, adagio religioso (que recuerda al "divino canto de gracias de un convaleciente" del Str. qut. op. 132 de Beethoven, es un clima muy parecido, y en el trío aparece su típica "música nocturna"), y un allegro vivace con estructura de rondó. Serkin toca estupendamente, y la orquesta hace su parte también muy bien. Nunca me canso de escuchar estos conciertos (que tengo también en versión de los pianistas Geza Anda (2 y 3) y Vladimir Ashkenazy (2) --dicen que Pollini también está soberbio, con la misma orquesta de esta grabación--, como nunca me canso de escuchar a Bartók en general, junto con Stravinsky el mayor músico del siglo XX.



Me gusta el diseño de la portada, de Steve Madison, una abstracción en tonos amarillo, rojo, pardos y grises, con incrustaciones de pentagramas. Amo estas portadas de vinilos, eso se perdió con la irrupción del CD, en esas miserables cajitas que se rompen tan fácilmente, y con portadas tan pequeñas... Mundo minimal, mundo comprimido.

Thursday, June 09, 2005

Magia

Como estos días ya hace mucho calor, y uno no tiene ganas de nada, sólo de beber y dormir, lo mejor es escuchar algo de música frívola, o bien una obra electroacústica de Cristóbal Halffter antes de dormir, como la estupenda La soledad sonora... la música callada, realizada en el famoso Laboratorio Experimental de la Fundación H. Ströbel de la SWR de Baden-Baden. Por lo que toca a la parte frívola, se trata de un LP de Music for Pleasure, sacado del catálogo de Chandos, y grabado en 1973. Toca la Scottish National Orchestra dirigida por Alexander Gibson, y el sonido es muy bueno. Simplemente, son músicas con un componente fantástico, con una historia detrás. La primera es de Paul Dukas y se llama El aprendiz de brujo, y ha quedado en la memoria de muchos como uno de los momentos más divertidos y virtuosos de esa joya para todas las edades que es Fantasía de Walt Disney. Las imágenes son bien conocidas..., pero la música no sé si tanto. Luego viene la Danse macabre de Saint-Saëns, basada en un poema de Henri Cazalis: escena nocturna, sonidos de la noche, la Muerte que afina su violín (que es también el instrumento del diablo, escúchese la famosa pieza de Stravinski, La historia del soldado), que produce un sonido extraño ya que la cuerda del Mi está afinada un semitono por debajo de lo normal. Luego viene un vals fantástico, la noche oscura, el viento silbando entre las hojas... aparecen los esqueletos, que bailan (¡los muertos pueden bailar!), sus huesos suenan como un xilófono, el baile se vuelve cada vez más rápido y salvaje... Las trompas, sin embargo, anuncian los primeros atisbos del amanecer. La rana croa (oboe) y los bailarines fantasmales se escabullen tan pronto como aparecen.

En la cara B está la tercera y última obra de este programa de magia: una delicia titulada La boutique fantasque, basada en una pieza para piano de Rossini, que Respighi convirtió en un ballet para la compañía de Diaghilev. La suite presenta 8 de los 15 números del total: Obertura, Tarantella, Mazurca, Danza Cosaca, Can-Can, Valse lente, Nocturno (que es el momento más delicado y de instrumentación más fina) y el Galop final. Todo ocurre en una tienda de muñecos..., pero una tienda muy especial, en donde ocurren cosas... Una obra como ésta es también mi otra cara, la menos seria, la que disfruta de la música tenida por menor, pero que en realidad, es la música más grande... cuando hace calor, cuando no tenemos grandes de mayores aventuras... y es como volver a la infancia, a esos cuentos que leíamos alborozados, y cualquier sueño nos conmovía.

Monday, June 06, 2005

Verano




Van Cliburn tocando el concierto para piano nº 1 de Chopin, acompañado por la Orq. de Philadelphia dirigida por Eugene Ormandy, en una grabación del 14 de agosto de 1969 en el Saratoga Performing Arts Centre (Saratoga Springs, New York), para el sello RCA. La entrada del piano en el allegro maestoso inicial: inigualable. La delicadeza de la romanza. El rondó vivace final... Momentos de pájaros, y de fuerza también.
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Un domingo diferente. Encuentro a Luis después de meses de ausencia, tocando su armónica, con la perra despeluchada debajo de la ambulancia que está justo detrás de su "puesto". En un platillo, un euro y otra moneda más. Quiere sacarse algo para el pollo y la cerveza de luego, pero la cosa está difícil, porque es un domingo de playa, no de mercadillo a pleno sol. Además, me entero en el puesto de la madre de Sara (una que estaba conmigo en el instituto) que es la última vez que están ahí, el domingo 12 se van a otro sitio, en la zona noreste del pueblo, en donde Cristo dio las tres voces... En fin, que hay que celebrar que no pasa nada, que no llegó a Sicilia, pues del sur de Francia no pasó, y allí pasó un frío de invierno todavía... En Toulouse dio el cachorro a alguien. Nos tomamos un litro él, otro hippie que vende enfrente en un puesto "ilegal" y yo mismo. Luego me voy a dar otra vuelta. Bajo hasta la plaza de los Cangrejos, en donde me encuentro a Joaquín, al que van a operar de su pierna derecha (una operación complicada) esta semana, o eso dice... Nos tomamos tranquilamente, mientras charlamos de esto y otras cosas, otra cerveza. Tanto uno como otro me cuentan que vieron anoche a Carola, "tu amiga". Les informo que ya no es mi amiga, nos hemos peleado, y esta vez parece ser la definitiva. En fin, yo no creo en la amistad, siempre es falsa, siempre caprichosa: y yo, como decía Battiatto en un tema precioso, busco un centro de gravedad permanente que no me haga variar lo que pienso de las cosas, de la gente, yo necesito...

Luego nos vamos arriba, en donde está la otra gente. Cuando llegamos se van Thomas y su amigo Benito (luego los veremos pasar un momento en la moto de éste). Allí estamos un rato grande, de pie, las cervezas circulan rápido, dos veces al menos voy al minisupermarket de abajo; una de ellas pasa a mejor vida, porque Nuca la tira al pasar y derrama todo... Ya casi no puedo más, el calor, el hambre..., pero no tengo ganas de subir. Bajamos todos a la plaza de los Cangrejos y allí seguimos bebiendo. En un momento viene Stefan, con su colgaera habitual. Joaquín pone la radio para escuchar el partido de la final, entre Nadal y Puerta. No me interesa nada, me molesta ese ruido ambiente, pero bueno, menos, porque ya estoy zumbado. Bebo, pero siento una especie de náusea, de repugnancia... Esta vida es repugnante también, como una mala cerveza made in Spain, en un domingo a 30 º C... Subo a las cinco a casa, sin comer, me duele la cabeza, y siento: que reviente el mundo ahora mismo, esto es un desierto...

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Hablamos del atentado contra Carrero Blanco, cómo voló aquel venturoso día. Hablamos de cómo son maravillosos algunos explosivos. Luis no ha conseguido nada en los contenedores. Hay tanta rabia allí en aquel banco, y Stefan está tan colgado, que podríamos..., ¿qué? Nada, es domingo, y Nerja el desierto más estúpido del sur.