Monday, May 30, 2005

Jazz mestizo

El programa de Sinestesia de ayer estaba dedicado al jazz en sus imbricaciones con otros territorios sonoros, en busca de las raíces de sus mismos orígenes. Porque este mestizaje, que no es nuevo, se desarrolló a velocidad de vértigo a partir de las últimas décadas, y fueron los músicos del jazz free los que fueron más allá en este descubrimiento de nuevas vías. Don Cherry, por ejemplo, ese excelente trompetista, con sus "voces del silencio", y luego con Nana Vasconcelos a la percusión y Colin Walcott al sitar y la tabla (Codona). O Markus Stockhausen, hijo de Karlheinz, al que escuché una vez tocando piezas de su padre, junto al contrabajista Gary Peacok, Zoro Babel a la percusión y Fabrizio Ottaviucci al piano, en Cosi lontano... Quasi dentro, sonidos que se van entrelazando, primero la trompeta, luego el contrabajo, y finalmente el dibujo del piano y la percusión. Pero tal vez toda esta pequeña revolución empezó con Miles Davis, que dijo en 1987:

Si no pudiera descubrir o enriquecer el arte, encontrar nuevos enfoques, me sentiría culpable de estar vivo. Preferiría la muerte a la ausencia de creación. No tendría ninguna razón para vivir si no pudiera componer, digamos, una composición que me satisfaciese. No que le guste a alguien, sino que me satisfaga, que le guste a mis amigos. Que me digan : "Sííí, Miles, qué bueno". Sin eso, no querría vivir. Sé que es egoísta. ¡Pero los genios son egoístas!


O Kenny Wheeler, un trompetista que puede visitar todos los estilos, incluso puede dirigirse al barroco, y que hace averiguaciones sobre el poder del espacio.

Es verdad que Ana Zugasti se ha recorrido casi exclusivamente el catálogo más pretigioso de ECM, y qué bien, porque me encanta este sello alemán, que recopila lo mejor del jazz de vanguardia y de la música contemporánea: lo mejor de la popular y de la culta; músicas del mundo, desde su nacimiento, músicas con filigranas, músicas como la más perfecta manifestación del silencio.