Wednesday, February 22, 2006

Oscuridad consentida




Estar a varios pies bajo tierra, deseando que no sea Navidad, la oscuridad de una calle en pleno día, deseos de que ella me bese, que me lleve a lo más alto columpios sus brazos, refugiarme en la duda que me mata, dos hermanos-amantes que se enfrentan ahora por unas palabras malditas, de un padre que llevaba a sus hijos de la mano y en la espalda, esta noche cacatúa, canta el día, arde la sombra, licor que baja por la garganta y enciende los ojos, no quiero salir de esta habitación, hey you!, cuánto tiempo abandonado, eres tan hermosa, no te muevas; adentro, más adentro, con la fe perdida, eres tan hermosa, la lluvia, fuiste abandonada por él, la lluvia cae como sangre, espesa y densa, hacia el interior, lágrimas negras, no, no es eso, ahora las horas más infantiles, en la puerta, en los portales, las manos temblorosas, no soy.

Ritmos siniestros, rabia como fuego en un bosque desatado, lluvia, ritual, cartas rotas, pañuelos que son restos de un cuerpo, una voz, en las sombras, a veinte metros bajo tierra.