Wednesday, June 15, 2005

Energía

En arte, como en música, no se trata de reproducir o de inventar formas, sino de captar fuerzas.
(Gilles Deleuze).

Encuentro esta cita dentro de la reseña que hace Francisco Ramos de un CD dedicado a Brian Ferneyhough, en el número de este mes de la revista Scherzo. Y pienso en cuán acertada es esa sentencia del rizomático pensador francés, que sabía bastante de música, contra la opinión de Trías en cierta reseña de un libro de música que encuentra flojo. Porque no todo es vanguardia y línea de marcha desesperada hacia delante de la composición germana. También está Bartok, por ejemplo, con sus conciertos para piano, que escucho en la versión de Peter Serkin y la Orq. Sinf. de Boston dirigida por Seiji Ozawa (RCA, Red Seal, 1969). En el nº 1 encontramos al Bartok más vitalista y extrovertido, con un allegro moderato de gran actividad polirrítmica, un andante que funciona sin la cuerda (en la onda ya de su Sonata para dos pianos y percusión, una obra maestra) y un allegro molto final. En el nº 3 estamos ya de lleno en su última etapa, más tranquila e introvertida, de vuelta a las armonías más clásicas. Se divide también en tres movimientos: allegretto, adagio religioso (que recuerda al "divino canto de gracias de un convaleciente" del Str. qut. op. 132 de Beethoven, es un clima muy parecido, y en el trío aparece su típica "música nocturna"), y un allegro vivace con estructura de rondó. Serkin toca estupendamente, y la orquesta hace su parte también muy bien. Nunca me canso de escuchar estos conciertos (que tengo también en versión de los pianistas Geza Anda (2 y 3) y Vladimir Ashkenazy (2) --dicen que Pollini también está soberbio, con la misma orquesta de esta grabación--, como nunca me canso de escuchar a Bartók en general, junto con Stravinsky el mayor músico del siglo XX.



Me gusta el diseño de la portada, de Steve Madison, una abstracción en tonos amarillo, rojo, pardos y grises, con incrustaciones de pentagramas. Amo estas portadas de vinilos, eso se perdió con la irrupción del CD, en esas miserables cajitas que se rompen tan fácilmente, y con portadas tan pequeñas... Mundo minimal, mundo comprimido.