Monday, April 25, 2005

Un toque de jazz

Puedo escuchar otras músicas, y estos últimos días lo hice. Como un LP de 1965, Antonio Carlos Jobim plays Jobim, con algunos de sus temas más conocidos: The Girl from Ipanema, Insensatez, Corcovado (que antes había escuchado en una versión muy peculiar de Javier Corcobado, jeje), Chega de Saudade o Desafinado. En algunos temas se establece un juego muy lucido entre el piano de Jobim y la flauta de Wright. También hay alguna intervención brillante del trombonista Cleveland. El resto de los músicos son de la familia de las cuerdas, y son los que logran ese melodismo que tan rápidamente asociamos con esta música. Es siempre un placer escuchar estos sonidos, volver sobre estas canciones preñadas de melancolía, aunque también hay toques de alegre y desenfrenado ritmo.



Aunque hace algunos años Simon Rattle sacó un álbum espléndido dedicado al "Duque", en 1961 aparecía en Philips uno protagonizado por André Previn, el gran pianista y director de orquesta, que ahí se estrenaba también como compositor y adaptador de un mundo que ama realmente. Con sus amigos Red Mitchell al contrabajo y Frank Kapp a la percusión, y veinte instrumentos de cuerda, consigue insuflar una nueva vida a los temas eternos ya de Duke Ellington: temas como Satin Doll, Solitude, A Portrait of Bert Williams (muy movido), Prelude to a Kiss o Sophisticated Lady. Previn rinde su particular homenaje en el tema que da título al álbum, A Touch of Elegance, y se estrena una pieza que Ellington había dado para este recital, Le Sucrier Velours. Realmente, un disco magnífico, en donde todos parecen disfrutar plenamente de estas piezas, ninguna menor ni perdida, como señala en plan casi extático el comentarista de la carpeta.

Es cierto que también me regocijo con las canciones eslavas o rumanas de Bartók (sobre todo con estas últimas), que acabo volviendo al repertorio clásico de siempre (incluso lo más trillado como Tchaikovski o Beethoven), pero de vez en cuando merece la pena darse un respiro, o escuchar lo ya conocido en grabaciones antiquísimas, como la que puso Pérez de Arteaga ayer, una del 39 de La Mer de Debussy, con la Orq. del Concetgebouw dirigida por Pierre Monteux.