Tuesday, December 20, 2005

Maese Bruckner

La Séptima sinfonía de Bruckner, en versión de la Orq. Sinf. de Chicago dirigida por Solti, escucho los dos primeros movimientos: en el allegro moderato se observa el, sobrecogedor por momentos, contraste entre las agitaciones en forte o fortissimo y los bajones hasta el mf o el piano, unos desniveles dinámicos a los que acostumbra Bruckner, y que en estas últimas sinfonías es más que notorio. En el adagio que le sigue (con fuego y muy lento) apreciamos ese carácter lírico que da sobrenombre a la sinfonía: cuando uno escucha después (o antes) las sinfonías de Mahler, se da cuenta de que el músico más conocido del siglo XX en la vertiente sinfónica bebió largamente del patrón de San Florián. En este largo movimiento cimbreante las cuerdas elaboran melodías dulces y armónicas, de aires bucólicos, ligeramente dolorosos, y que en su último tramo llega a uno de esos clímax que podemos denominar "coronación", que se encuentran sobre todo en los movimientos rápidos. Hay un trasfondo religioso en esta música soberana y que respira profundamente, una fe en el sonido, no en la música de las esferas sino la que emana de la puerca tierra.

Es verdad que hay mejores versiones, más espirituales, las dos de Karajan, tanto la de EMI como la de DG, así que si queréis disfrutar verdaderamente, escoged alguna de ellas.