Wednesday, November 16, 2005

Más Beethoven



Sigo con la escucha de las sonatas para piano. La nº 8, op. 13 es conocida como Patética, nombre que le dio el propio B., pero que conviene más que nada al primer movimiento (grave-allegro di molto e con brio), al que le sigue un adagio cantabile y luego acaba con un rondó: allegro un poco académico. Suele ser una pieza que se escucha sobre todo por el referido movimiento, aunque en los otros también hay un poco ese clima sombrío.

Luego viene la nº 17, op. 31 nº 2, La Tempestad, dividida también en tres movimientos: largo--allegro; adagio y allegretto. Tensión de los contrastes. Tranquilidad antes de la tempestad. Tanto el primer como el segundo movimiento se inician con un acorde arpegiado. Al final, sólo el mar, con su eterno rumor, tiene la palabra.

Acabo con la nº 26, op. 81, Los Adioses, que tiene casi naturaleza programática, con sus títulos para cada una de las secciones: Los Adioses (adagio--allegro); La Ausencia (andante espressivo) y El Retorno (vivacissimamente), un momento delicioso, con su melodía recurrente y casi avasalladora, que expresa el sonoro júbilo del reencuentro. Contra lo que parecía esperar, no está dedicada a la "amada inmortal" sino al archiduque Rodolfo.

Y mi ánimo sigue sombrío, nada sale como espero, y entonces pienso que escuchando esta música, en donde se mezcla la pequeña alegría con las tormentas de la desesperación, podré relajarme un poco, abandonarme a ese sordo rumor. Pero es tan difícil...