Tuesday, November 22, 2005

Pianos

Siguiendo con las sonatas para piano de Beethoven (pareciera que me voy a hacer el ciclo), escuché el otro día la nº 1 en Fa menor, op. 2 nº 1, que tiene todavía rasgos mozartianos, sobre todo el allegro inicial, al que le sigue un adagio sentido, luego el típico menuetto (allegretto) y el trío, para acabar con un prestissimo (estos dos últimos van seguidos, sin ningún corte). Ese movimiento final es muy gracioso y alegre, y el que lo toca es Sviatoslav Richter para el sello EMI. La grabación se realizó en la Grange de la Besnadière, en Tours en 1976, en formato cuadrafónico, es un sonido estupendo incluso cuando se escucha en un viejo tocadiscos estéreo.



Un gran contraste supone pasar a los ragtimes de Scott Joplin, en versión soberbia de Joshua Rofkin, tal vez el que mejor sabe sacar todo lo valioso de estas piezas, que han sido tan frivolizadas por otros. La grabación es de 1970, y está hecha en dos vinilos, aunque supongo que en CD ocupará sólo uno (Nonesuch). Joplin dijo que esta música no se debía tocar rápido nunca, pues hay en las piezas (rag de la hoja de arce; del gladiolo, etc.) una melancolía y sutileza que Rifkin en cambio sabe desgranar como se merece.

Frente a esto, es mejor tirar a la basura en CD de Naxos con los Preludios de Debussy por François-Joël Thiollier (escuché anoche sólo el primer cuaderno, y ya estaba bien). Casi no se pueden reconocer piezas como "la chica de los cabellos de lino", "pasos sobre la nieve" o "lo que cuenta el viento del oeste". Mala tanto la interpretación como la grabación, de 1996, cuando todavía Naxos descuidaba esta parte técnica.

Finalmente, nos vamos a los salvajes años 70, en que un joven Penderecki hacía de las suyas, tanto en música instrumental como en la vocal. Qué mejor que escuchar este disco de EMI, interpretado por la Orq. Sinf. de la Radio Nacional Polaca, dirigida por él mismo, en obras como las tres últimas: Canticum Canticorum Salomonis, del año 70; De Natura Sonoris nº 2, de 1971; y El sueño de Jacob, de 1974. Obras en donde el aliento de otros planetas parece soplar con fuerza, en donde las voces son fantasmales y el ruido, más que la música, es lo que domina.