Wednesday, March 09, 2005

Sol de invierno

Alguien, un conocido en otra vida, me contó una vez que durante un verano que estuvo depre por la separación de su primera mujer, se pasó la mayor parte del tiempo escuchando a Wagner, esa música que yo consideraba por entonces (sería el año 1994 o así) como lo más soporífero del mundo, y no podía entender que alguien gozara con semejante tormento. Con los años esa sensación no me ha abandonado del todo, pero ahora reconozco grandeza y belleza (estas dos cosas a veces es difícil encontrarlas juntas) en algunas piezas instrumentales del músico alemán. Estos días escuché dos vinilos con algunos de esos fragmentos orquestales. El primero es del sello CBS, pero es un disco elaborado en Francia y que lleva una dedicatoria en francés, que no puedo leer bien del todo, y es del año 1972, en que nací. La Orquesta Columbia, dirigida por Bruno Walter, dirige piezas como el Preludio del primer acto de Lohengrin; el Idilio de Sigfrido; y en la cara B, de Tannhäuser, la obertura y Venusberg. Si en la cara A domina el tono reposado, en buena parte de la segunda hay una exaltación casi espectacular, unos timbres acerados, esas trompas y demás metales..., sólo mitigado en su parte final cuando entran las voces del coro, y la obra se desvanece poco a poco. Un gran disco, que lleva en su portada un dibujo de Víctor Hugo, "Ciudad quemada", algo de lo que muchos sacarían una mala conclusión...

El otro disco es del sello EMI (His Master's Voice, ¡qué tiempos!), cuando estaba de productor de las grabaciones Walter Legge, toda una leyenda del sello inglés, y el director en este caso es el gran Otto Klemperer, dirigiendo a la Orquesta Philharmonia, en un programa más variado tal vez, y menos conocido por mí: el Preludio al tercer acto de Lohengrin; la obertura y la Danza de los Aprendices de Los maestros cantores; Preludio y Muerte de amor de Tristán e Isolda, y finalmente la Marcha fúnebre de Sigfrido, de El crepúsculo de los dioses, que no conocía de nada. Aquí, merece destacar el principio de la cara B, con el fragmento tan escuchado ya de T & I, y que K. sirve con una tristeza sin mucho pathos, el dolor vivido casi con resignación. También la cara A es digna de destacar. Y tiene un disco más en esta misma serie de HMV, dedicado sólo a las oberturas. Anoche precisamente, en La Noche Cromática, para ilustrar el debate sobre la prensa musical sección catalana, pusieron un momento de Rienzi, que desde luego no es de sus grandes óperas. Pienso que por muy grandes grabaciones que haya sobre Wagner, la polémica siempre estará encendida.

De 1960, como el disco anterior, es uno en donde la misma orquesta, dirigida esta vez por Igor Markevitch, aborda La consagración de la primavera de Stravinski, una de mis obras favoritas de todos los tiempos. Pertenece a la serie popular Classics for Pleasure, uno de esos discos fáciles de conseguir en el Rastro. Una grabación muy buena, aunque dicen que hay una mejor, con este mismo director pero con la Sinfónica de Londres. Es diferente a todas las versiones que escuché antes, hay una intensidad pero llena de contrastes, y esto se nota sobre todo en los momentos más delicados, frente a ese momento de la segunda parte en que, como dijo una vez Arturo Tamayo, toda la orquesta funciona como un gigantesco instrumento de percusión. Con esta música trato de alejar el mucho frío que todavía queda por echar..., aunque por otro lado, no tengo ganas de que se vaya este invierno que nos ha invitado al recogimiento como nunca.